Cuando llega el verano, la prensa local acostumbra a entrevistar a Mario Muñoz (preparador físico de Celta Zorka) tras haber alcanzado un nuevo logro con la selección española de baloncesto femenino en alguna categoría de formación. Justo al cumplirse 10 años de su pertenencia a la familia del C.D. Bosco, compartimos con él una charla en la que nos permite conocerle más a fondo tanto en su labor en el club como en su extensa experiencia en selecciones españolas de formación.
Quedamos citados con Mario en una cafetería cercana al pabellón de Navia, una hora antes de que dé comienzo una sesión de entrenamiento. Llega puntual a la cita y con su afable y amena conversación se nos hace el tiempo corto para todo lo que tiene por contarnos. En este primer capítulo de la entrevista nos centraremos en sus inicios como preparador físico.
¿Cuál es tu primer contacto con el mundo del deporte?
Me crié en Madrid donde tengo a mi familia. Deportivamente comencé practicando atletismo, en un proyecto deportivo del CSD para preparar la olimpiada de Barcelona 92 a nivel nacional. Se le podría considera la antesala del programa Objetivo-92. Nos captaron a un grupo en torno a 30 o 40 chavales tras unas pruebas técnicas, físicas y psicológicas. En total seríamos aproximadamente unos doscientos jóvenes repartidos en centros de toda España. De aquel proyecto salieron deportistas profesionales como Rafa Pascual (Voleibol), María José Mar Domingo (atletismo), etc… En aquel tiempo practicaba todo tipo de pruebas (salto con pértiga, carreras de vallas, salto de altura, 200 metros, siempre de velocidad).
¿Y cómo se produjo el salto al baloncesto?
Salí del proyecto con 14 años pero ya te encauzaban hacia otros deportes. Me fuí a jugar a baloncesto al equipo de Estudiantes. Considero que la experiencia me marcó de por vida para elegir la carrera que escogí y vincular mi vida al deporte. Jugué con Estudiantes hasta los 19 años, y siendo junior me fichó un equipo de LEB-1 (Las Rozas). Continué mis estudios universitarios pero ya me dí cuenta de dónde va a estar mi sitio, aunque continué jugando hasta los 23 en que acabé la carrera. Decidí dejar de jugar, pasar página, para centrarme en estudiar unas oposiciones que aprobé en el año 1995 y me vine a Galicia. Sin conocer a nadie y empezar desde cero en lo personal, para trabajar aquí.
¿Cual es tu profesión?
Soy profesor de educación física en secundaria y en primero de bachillerato en un instituto en Mos.
Volviendo a tu llegada a Galicia, en 1995. Retomas la práctica del deporte y la conexión con el basket. ¿Qué pasos diste una vez que el laboral estaba ya encauzado?
Para ensanchar mis círculos sociales me ofrecí a jugar en Porriño, ya que había jugado contra ellos en dos fases de ascenso, por eso de seguir haciendo deporte y relacionarme. Fiché más que jugué (risas) y el equipo ascendió a liga EBA. Ahí ya tenía en mente hacer un master de rendimiento deportivo. En el segundo año el máster tenía parte práctica y le dije a Félix Muñoz (su entrenador) si podía realizarlo con ellos. El equipo estaba en EBA y Félix me ofreció ser el preparador físico del equipo. Ascendimos de EBA a LEB2 en el que estuve tres años como preparador físico en LEB2 hasta la desaparición del equipo (salió posteriormente en categorías autonómicas).
Y en ese periodo comenzaste a trabajar ya en selecciones españolas de formación. ¿Cómo llegaste a la órbita de selección española?
Es una cadena de circunstancias en las que una te lleva a la otra. En aquella época el seleccionador nacional femenino era Vicente Rodríguez (Cholas), que estaba en la absoluta. Yo entrenaba en Porriño en LEB2 y vino a vernos varias veces. Esa temporada en Porriño todo iba bien, había un buen ambiente de trabajo y con una comunión absoluta en el cuerpo técnico. Un dia Félix me comentó que preparase un entrenamiento porque me iba a venir a ver Vicente. En ese momento desconocía absolutamente el baloncesto femenino. Me preparé ese entreno y lo pasé muy mal, con muchos nervios y luego pasé tres días sin dormir. Hicimos el entreno y todo salió bien, recuerdo que fue un entreno muy cañero con los jugadores muy centrados. Al principio estaba nervioso, pero a los tres minutos me di cuenta de que tenía que ser yo, me metí de lleno en mi trabajo. Al acabar el entrenamiento, Vicente me dijo que le había gustado mucho la sesión, y que lo habían grabado para enviar a la federación porque las chicas no tenían preparadores físicos, cosa que los chicos sí tenían y Vicente quería preparadores en categorías de formación. Más tarde contactaron conmigo para el primer verano de selección.
Y ese fue tu primer campeonato internacional. ¿Cuáles son tus recuerdos de ese europeo?
El primer equipo que tuve fue la generación U16, del año 87, el equipo de Silvia Domínguez (actualmente base de la selección absoluta y de Perfumerías Avenida). Era un grupo muy currante y acabamos clasificados cuartos en el Europeo que se disputó en Turquía. Acabé muy contento de la experiencia, aunque en aquel tiempo los preparadores físicos no viajaban. Ya al verano siguiente me llamó Carlos Colinas para ser su preparador físico y fue el paso definitivo.
En el verano de 2004 tienes tu segunda experiencia en selecciones. En este caso con Carlos Colinas comenzó un trabajo conjunto que dura hasta el dia de hoy en el Celta.
La primera tarde que quedé con él para tomar un café nos dieron las diez de la noche desde las cinco de la tarde, tal era la ilusión que ambos teníamos en el proyecto. En selecciones fueron en torno a siete u ocho años aunque luego enlacé con otros entrenadores como Miguel Méndez, Anna Caula, José Ignacio, etc …
En cierto modo parece que estabas en el momento adecuado en el sitio correcto. Porque desde aquel día no has dejado la selección.
Yo he tenido mucha suerte porque a mí me dieron la oportunidad. Hay mucha gente muy válida, pero que no ha tenido la oportunidad. Es cierto que nadie me regaló nada pero hubo alguien que en un momento dado me da la oportunidad y de eso nunca me olvido.
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Cuando Mario recuerda sus medallas llega a perder la memoria. Desde 2003, ha sido preparador físico de selecciones de baloncesto femenino de formación durante 15 veranos de manera ininterrumpida en las que ha disputado 12 finales en campeonatos Europeos y una final de una mundial con un bagaje increíble: 9 oros y tres platas (categorías U16, U18 y U20), una plata mundial (U19 en el mundial de Chile 2011) y un cuarto y un quinto puesto en los años restantes.
Con quince veranos de experiencia ¿Cual crees que ha sido tu mejor experiencia a nivel personal en selecciones?
La mejor experiencia fue el mundial U19, sin duda. El campeonato se disputó en Puerto Montt (Chile) en 2011. Fue una experiencia brutal. Preparamos el mundial en España, en verano, y nos fuimos al hemisferio Sur, casi en la Patagonia en el invierno de allí. Guardo el recuerdo de la llegada a Chile, a las cinco de la tarde en una noche cerrada, lloviendo y una temperatura entre 0 y 4 grados, con mucho frío y mucha humedad, en cuestión de 24 horas. La gente se volcó con los españoles desde que Chile quedó descolgado como anfitrión, y lo más cercano para ellos eramos nosotros.
¿Cómo transcurrió el campeonato?
El campeonato fue muy duro. Nos metimos en cruces habiendo perdido tres partidos y tras quedar cuartos en el grupo, lo que presuntamente nos llevaría a jugar contra Estados Unidos. En el otro grupo se dio la campanada y Canadá venció a Estados Unidos, lo que decía mucho del nivel que tenían las canadienses, pero evitabas al favorito. En cuartos jugamos “EL PARTIDO”, ganamos y nos metimos en semifinales. Ya en las semifinales ganamos a Australia contra la que habíamos perdido en la primera fase y nos plantamos en la final.
Muchos seguimos por internet aquella final ante Estados Unidos. ¿Cómo era aquel equipo americano?
Era una selección que jugaba un baloncesto muy sencillo pero con muy buenas jugadoras (entre ellas cita a Breanna Stewart, #1 Draft promoción 2016 y actual estrella en la WNBA). Era un equipo que merecía pagar una buena entrada para ver el partido. Recuerdo una anécdota que no fue el día de la final. En nuestro equipo éramos ocho personas en el cuerpo técnico, las doce jugadoras y el jefe de expedición. Las americanas tenían doce asistentes, por algo son como son. En el banquillo tenían como nosotros a tres ayudantes, el fisio, el preparador físico… y no me salían las cuentas. Observé y encontré a dos asistentes con dos ordenadores viendo el partido. En un partido previo me preguntaba qué harían los que “faltaban”. Jugamos las semifinales contra Australia en semifinales y me “equivoqué” de vestuario, y ví el “cuartel” que tenían montado: mientras se jugaba el partido ya estaban enviando a vestuarios un vídeo para que en el descanso, las jugadoras recibiesen un scouting hecho por entrenadores distintos. Tenían toda la información en imágenes personalizadas, tanto de cada jugadora propia como de cada jugadora del rival. Esa es una de las diferencias entre el baloncesto americano y el europeo: los recursos y nivel de Estados Unidos es increíble.
Los viajes a Sudámerica acostumbran a marcar a las personas que la visitan. ¿Qué recuerdos guardas en el aspecto personal?
Fuera del campo recuerdo la ocasión en que jugamos un torneo en la fase final de la preparación. Teníamos dos horas y media de viaje en avión y dos horas de autobús. Salíamos ya de noche en el autobús. De repente, nos paramos en mitad de la nada, lloviendo a cántaros, mucha humedad de estas situaciones en que piensas que si para el autobús o se rompe la hemos liado (se ríe). Se abrieron las puertas del autobús y entró en un soldado. ¡¡Un soldado que aparece de la nada!! Llegamos al pueblo y estaba todo en barracas, muy humildes. Las calles eran un barrizal, todo muy impactante. Una de las cosas que más me llamó la atención fue un cartel oficial: [En caso de tsunami, vía de evacuación]. Es una zona afectada por la falla de San Andrés, con muchos volcanes activos, es una zona sismológica de mucha actividad.
¿Cómo fueron las condiciones para jugar en Chile? En las imágenes de TV se veía un pabellón no muy bueno.
Recuerdo que el lugar donde jugábamos tenia buen pavimento, pero no era un pabellón, era más bien una nave de bloques, con andamios como gradas. Era un pabellon “FIBA” y estábamos congelados en el banquillo con las mantas del hotel, todos juntitos. Mientras los habitantes de allí que venían a ver los partidos estaban con sus ropas que no abrigaban demasiado, viendo todas los partidos de la tarde entre cuatro y seis horas allí metidos.
En la parcela deportiva, ¿qué selección recuerdas especialmente porque rindiese especialmente bien?
El Equipo que especialmente se desenvolvió mejor fue una en el año 2006, que disputamos el Europeo U16 de Kosice. Era un grupo muy humilde y muy trabajador. Estaban mentalizadas de que no eran la mejor generación (la anterior había sido la generación de 1989 de Alba Torrens, Laura Nicholls, Tamara Abalde …). Cambiar la mentalidad de ese grupo de no ganador a llegar a ganar el campeonato en 20 días, con Carlos Colinas, José Luis Alberola, fue fantástico…. Ellas lo tenían muy claro. Recuerdo que tras un entrenamiento que salió muy mal, al día siguiente había descanso. Fueron ellas las que se reunieron y nos pidieron al cuerpo tecnico entrenar al día siguiente. Además un entrenamiento “cañero”. Era un grupo que salía a morir, a darlo todo. Un grupo que jugaba con el corazón y bien dirigido. El mérito de ese grupo está en que fue campeón de Europa sin perder un solo partido en competición y éso que había perdido varios en la fase de preparación, cosa que otras generaciones no habian logrado (la anterior citada sin ir más lejos). Lo recuerdo como lo más emotivo, como algo tan sumamente complicado, como un sueño, casi irrealizable, y lo logramos entre todos.
¿Y cuál es la selección con mayor calidad que has preparado?
He visto perfiles tan sumamente distintos que no sé con cuál quedarme. La generación nacida en 1989 fue muy buena, pero talento siempre ha habido en las selecciones. A veces el talento se aglutina en menos jugadoras con menos banquillo y otros años tienes más bloque. El mérito de las distintas selecciones está en que están muy bien llevadas y que siempre compiten. No tengo recuerdo de ninguna generación que no haya competido. Recuerdo alguna plata agridulce por haber jugado mal en el día decisivo, pero hay que entenderlo porque el deporte es así para aprender.
Dinos una jugadora que te sorprendiera por el físico y la capacidad de trabajo.
Una jugadora que ya no juega actualmente, por decisión personal suya. Por genética, capacidad de trabajo y rendimiento físico. No era de un talento excepcional pero aportaba mucho. Hablo de Inma Zanoguera. Ese año dobló campeonato europeo y mundial. Al año siguiente con Miguel Méndez fue incluso titular.
¿Con qué entrenadores te has sentido más cómodo trabajando?
Siempre he dicho que que he tenido mucha suerte en muchas cosas. He tenido suerte en Porriño, he tenido suerte en encontrar a Vicente, y que luego han seguido confiando en mí todos los veranos. Y otra de las suertes es que habiendo trabajando con muchos entrenadores (hace un repaso y cita a Félix Muñoz, Carlos Colinas, Miguel Méndez, Anna Caula, etc… ) percibo que todos han respetado mucho mi trabajo y con mucha confianza depositada en mi persona. A veces me sorprendía que aún no habiendo demostrado nada porque no me conocían, ya tenian la confianza en mi trabajo. En concreto con Carlos Colinas fueron siete u ocho años en selecciones en que la confianza ya es recíproca. Los últimos tres años que he trabajado con José Ignacio también han sido similares. Siendo todos muy distintos ya que no tienen que ver unos con otros. Hay un peligro y es que cuando pasan los ciclos te puedes acomodar y eso no es bueno. Con el tiempo he aprendido a trabajar con cualquier entrenador y adaptarme a su forma de trabajar.
¿Tienes carta libre para tu trabajo o consultas con los entrenadores?
En la toma de decisiones en el parcela física no he tenido limitación, lo que es un arma de doble filo porque tus equivocaciones son tuyas y de nadie más. Algún año te equivocas y te equivocarás, de eso no me cabe duda. Es un tema de responsabilidad que en realidad no es que equivoques en tu trabajo, sino que no has pulsado la tecla que correspondía. El trabajo previo es básico y luego en los campeonatos mientras los entrenadores están con la tactica, el scouting, me he sentido siempre utilizado. Mi opinión ha contado controlando los esfuerzos, las rotaciones, los intangibles que le doy. Parece que el preparador físico no pinta nada en un campeonato una vez que empieza pero es lo contrario, siempre me he sentido útil a nivel de grupo y en estrategia competitiva me he sentido escuchado.
Entrevista realizada por @NanoAmeneiro
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En la segunda y última entrega de la entrevista con Mario Muñoz hablaremos de su experiencia en el Celta, tanto en categorías inferiores como en su faceta de maestro de futuros preparadores físicos.